«Los bancos han visto una oportunidad en los métodos modernos de construcción»
La edificación y la construcción han dado un giro de 180 grados en los últimos años. El contexto lo requiere. La sostenibilidad y los criterios ESG se han impuesto –por necesidad– en el sector inmobiliario y nos han hecho repensar las formas en las que invertimos y en las que construimos. Y la madera puede formar parte de la solución. Bien lo saben en Woodea, constructora de triple impacto de baja huella de carbono, basada en la industrialización por componentes, procesos LEAN y digitales, que apuesta por la madera técnica como material central de sus proyectos de construcción. Pablo Medina di Fiori, COO y co-founder de Woodea, nos habla en el blog de Urbanitae sobre el presente y futuro del sector de la edificación y cómo se afronta desde la compañía.
¿Cómo surge la idea de Woodea?
El proyecto de Woodea nace en el seno de Zubi Labs, el impact venture builder de Zubi, un grupo de empresas de impacto formado por un equipo de personas comprometidas con una misión: la resolución de retos sociales y ambientales para construir un futuro mejor, liderado por el emprendedor e inversor de impacto Iker Marcaide.
Uno de los proyectos del grupo es Barrio La Pinada, el primer ecobarrio cocreado por sus futuros habitantes y que nos planteó el reto de construir más de mil viviendas y hacerlo de la forma más sostenible, generando un triple impacto positivo: social, ambiental, económico. De este potente reto nace Woodea.
¿Cuáles son los principales retos que enfrenta la industria de la construcción en términos de sostenibilidad?
Desde el punto de vista de la economía del carbono se está generando un cambio de paradigma. Hasta hoy nadie tenía en cuenta las variables del carbono en nuestras construcciones. Las ciudades se construyen principalmente con dos materiales, acero y hormigón, que han permitido un desarrollo a la humanidad en un contexto ambiental diferente. Tanto el acero como el cemento son muy demandantes de energía, provocando altas emisiones de gases de efecto invernadero en su producción; no en vano representan el 8% de la contribución a los gases de efecto invernadero (GEI) mundial. Para tomar dimensión, si el sector de la construcción fuera un país, en términos de emisiones de GEI estaría en el tercer puesto, solo detrás de EEUU y China.
Por otro lado, nos enfrentamos a la amplia demanda de vivienda. En el caso de España, según la Estrategia para la rehabilitación energética de la edificación, son necesarias 4,2 millones de viviendas. Por contrapartida, según Dolores Huerta, directora general de Green Building Council España, “con la actual huella de carbono de los edificios, y con el presupuesto del que dispone el sector de la construcción español entre 2021-2050, solo se podrán edificar 300.000 viviendas nuevas en ese período”.
Y, en tercer lugar, destacaría la necesidad de agua y arena, materiales extraídos de la naturaleza. El sector de la construcción es responsable del 16% del total de agua que se consume en el mundo, según el CSIC. Por otro lado, la arena es el recurso más usado del mundo después del agua. Representa más de dos tercios de todo lo que se extrae de la tierra.
¿En qué punto se encuentra la construcción industrializada? ¿Es un buen paso para la rehabilitación de nuestro parque inmobiliario?
Hace tres años era impensable que pudiéramos hablar en los términos tal y como lo estamos haciendo en la actualidad, si bien es cierto que el informe de McKinsey de 2020 The next normal in construction ya marcaba la industrialización como uno de los elementos disruptivos. Las principales ferias del sector, como Rebuild o Construmat, tienen grandes espacios dedicados a la industrialización, madera y sostenibilidad, lo que está contribuyendo a acelerar el proceso.
Por otro lado, las políticas públicas de concursos han incorporado en sus bases estos dos enfoques, industrialización y sostenibilidad, contribuyendo a la construcción en madera como solución. Del mismo modo, pese a que aún queda camino por recorrer, en lo que a financiación se refiere, ya estamos viendo como entidades bancarias han visto en los métodos modernos de construcción una oportunidad.
«La madera transforma los edificios en un elemento sano donde trabajar o habitar»
Si hablamos específicamente de rehabilitación, el mercado está desarrollando componentes y sistemas para aplicar a esta actividad, alineados con los objetivos de la UE. Desde Woodea no sólo pensamos en industrialización, vamos un poco más allá. Nuestra visión está orientada a la construcción por componentes o kits of parts. Sobre este enfoque el sector está en una fase muy inicial, reconoce la oportunidad de desarrollo de componentes, pero no hay una oferta nutrida de ellos. Esta visión de componentización que en un principio aplicamos para obra nueva es fácilmente replicable en rehabilitación. Es por ello que este ámbito de actuación no está en el road map inmediato, pero sí a medio-largo plazo. Es mucho más eficiente desde el punto de vista de la huella de carbono reconstruir y aprovechar un edificio que hacerlo desde cero.
Partís de la madera como vuestro principal material de construcción. ¿Qué ventajas tiene la madera frente a otros más convencionales?
Sostenibilidad, eficiencia energética, ligereza, resistencia, reducción en los tiempos de construcción… Las ventajas son innumerables. La madera, por su perfección y flexibilidad y junto a la tecnología, hoy es un material que transforma los edificios en un elemento sano donde trabajar o habitar. Si hablamos específicamente de las ventajas de la madera en la construcción de viviendas industrializadas, podemos mencionar principalmente su carácter renovable y sostenible, lo que nos permite pasar de materiales extractivos (arena, cementos, arcillas) a otros que se cultivan o reutilizan, como la madera, restos de paja, cáñamo o residuos de otros procesos.
¿Se tiene la percepción de que los proyectos de madera son más costosos?
Esa es la percepción general, aunque no es del todo acertada. Corresponde a un escenario anterior, con un mercado muy incipiente, con pocos técnicos que conocían el sistema y ciertas fricciones con el material a la salida de la pandemia. Si los hacemos a la misma calidad prestacional, térmica, demanda energética, calidad de la vivienda interior, los costes son equiparables.
En el caso de Woodea nos estamos moviendo en una horquilla de 1.200 a 1.400 €/m2, sobre rasante, si hacemos un design and build (diseño y construcción). Aplicando las estrategias correctas, un edificio construido con una envolvente eficiente en madera, puede requerir menor carga de instalaciones (y menor mantenimiento) y por consecuencia una factura energética menor.
También es relativo con una visión a corto-medio plazo. Muchos promotores y fondos, más allá de especialistas ESG, sólo operan con activos descarbonizados, por lo que a medio plazo (3 o 5 años) aquellos activos con alta carga de carbono embebido o de funcionamiento no tendrán liquidez. Por lo tanto, ¿qué es más caro, un edificio que se revaloriza en el tiempo o uno que se deprecia muy rápidamente en pocos años?
Por otro lado, si lo que estamos planteando es un edificio de madera industrializado, la reducción de los plazos de ejecución, reducen los costes indirectos de la obra (grúa, casetas, instalaciones complementarias, etc.), y reducen también los costes financieros de la operación promotora, colocando al activo más pronto en mercado.
Y por último. El sector de la construcción está saliendo de lo que se denomina sectores difusos, por lo que en poco tiempo pasará a pagar su aporte a la contaminación. A valores actuales, comparativamente un edificio de 20 viviendas ejecutado de forma tradicional, frente a uno de madera, produce una diferencia en carbono de 1.200 Tn. Esta diferencia se penalizaría con unos 96.000 € de sobrecoste. Actualmente, el precio aproximado en el mercado internacional de carbono está a 80 €/tn.
¿En cuánto tiempo puede salir adelante un proyecto de construcción industrializada en madera?
Como mencionaba antes, la optimización de los procesos de construcción tradicional para un edificio de viviendas muy bien ejecutados podía llegar a los 18 meses en métodos tradicionales.
Un edificio industrializado en madera de 20 viviendas puede llegar a ejecutarse en 14 meses. Hay que tener en cuenta que la industrialización se aplica en casi todos los casos en lo que se denomina “sobre rasante”, una vez que se ejecuta la cimentación que sigue siendo tradicional, y que penaliza la velocidad de construcción. A partir de ahí la estructura de madera se ensambla a una velocidad de una planta y media por semana.
Si le echamos un vistazo a la construcción en el resto de Europa, ¿cómo está en España en términos de eficiencia energética?
En términos de eficiencia energética, se ha reconocido a nivel europeo el peso que los edificios en su fase de construcción y uso tienen sobre el medioambiente. España ha implementado diversas iniciativas y regulaciones para fomentar la eficiencia energética en los edificios. Entre ellas se encuentra el endurecimiento del Código Técnico de la Edificación (CTE), que establece los requisitos mínimos de eficiencia energética en las nuevas construcciones, promoviendo el uso de materiales y tecnologías más eficientes, así como la instalación de sistemas de energías renovables.
«Nos enfrentamos a corto plazo a la construcción de más de 400 viviendas planificadas en los próximos años»
Además, se ha adoptado el estándar de certificación energética de edificios, similar al utilizado en otros países europeos. Este sistema asigna una etiqueta energética en función de su eficiencia, que va desde la letra A (más eficiente) hasta la letra G (menos eficiente). Esta etiqueta es obligatoria para todos los edificios que se venden o alquilan.
En cuanto a la incorporación de tecnologías renovables, España ha experimentado un crecimiento significativo en la instalación de sistemas solares fotovoltaicos y térmicos, así como de sistemas de energía eólica. Estas tecnologías contribuyen a reducir la dependencia de los combustibles fósiles y mejoran la eficiencia energética de los edificios.
Sin embargo, a pesar de estos avances, la aplicación de conceptos como el passivhaus se restringe a las zonas más extremas de la península, y solo se están viendo ejemplos de edificios pasivos en la zona mediterránea en los últimos años.
El concepto de eficiencia energética en términos generales es relativamente nuevo en España, reservado principalmente a cooperativas de viviendas, con ejemplos como Entrepatios en Madrid, que analizan el uso de la energía como una de las variables económicas del proyecto a todo lo largo del ciclo de vida del edificio.
¿Cuáles son los planes de Woodea a corto plazo? ¿Y en el futuro?
En Woodea nos enfrentamos a corto plazo a la construcción de más de 400 viviendas planificadas en los próximos años y el objetivo de diseñar el sistema para aportar soluciones y poder construir con bajo impacto el ecobarrio La Pinada en Paterna.
Hemos pasado de estudiar viabilidades de edificios diseñados en hormigón y pasarlos a madera en nuestros primeros proyectos, a proyectos colaborativos, donde aportamos nuestro expertise en industrialización en madera y control de precios. Otro de los puntos estratégicos para Woodea es vincular toda la cadena de suministro, apostando por la transparencia de información mediante un ERP y una “única fuente de la verdad”, un sistema de construction cloud.
En la medida en que el sector vaya desarrollando los componentes –y desde Woodea colaboraremos en ello–, seguiremos incorporando compañeros de viaje que compartan nuestros valores para aplicar el sistema abaratando los precios y reduciendo los plazos de ejecución, aportando calidad final y una muy baja o nula huella de carbono de nuestros edificios. ¿El siguiente desafío? Pasar todos estos conocimientos a la rehabilitación de edificios.