Cómo reducir el riesgo en tus inversiones
Sabemos que, a la hora de invertir, una de las claves es reducir los errores al mínimo. El éxito en la inversión no es tanto alcanzar altas rentabilidades como mantener el riesgo bajo control y la cabeza fría. Eso implica, muchas veces, moderar nuestros impulsos, ya sean de euforia o de pánico, y seguir el plan a largo plazo que nos habíamos propuesto. En este artículo te ayudamos con algunos consejos para reducir el riesgo en tus inversiones.
Hace algunos años, el periodista Jason Zweig estudió el comportamiento del cerebro y aplicó las enseñanzas al mundo de las inversiones. El resultado fue un libro titulado Tu dinero y tu cerebro, que incorpora, entre otras, muchas de las conclusiones del trabajo de los psicólogos Daniel Kahneman y Amos Tversky sobre el modelo racional de toma de decisiones. En lo que hace a los riesgos, Zweig propone diferentes estrategias.
1. Consulta con la almohada
Las prisas casi nunca son buenas. Hoy sabemos que el estado de ánimo influye de manera muy notable en nuestra forma de percibir los riesgos. Por eso, no es recomendable tomar decisiones de inversión después de un día malo en el trabajo, tras haber discutido con el vecino o como respuesta a un estado de euforia por el rendimiento de inversiones pasadas. El primer consejo es simple: tómate tu tiempo y decide cuando estés tranquilo.
2. ¿Se lo recomendarías a tu madre?
No hay nada como formularse esta pregunta para calibrar de manera precisa nuestra confianza en una decisión de inversión. Muchas veces, la clave para evitar sustos innecesarios estriba en tomar cierta distancia. Una de las formas más efectivas y al alcance de cualquiera, sugiere Zweig, es preguntarte si te sentirías cómodo recomendándole tu decisión de inversión a tu madre. Y, si es que no, examinar el porqué.
3. Repasa la historia
Sabemos que un axioma de la inversión es que las rentabilidades pasadas no son un indicador fiable de las rentabilidades futuras. Pero ir hacia atrás en el tiempo es necesario para vacunarse contra las pretensiones de infalibilidad: las subidas siempre terminan con caídas. Además, repasar la historia es útil para comprobar, por ejemplo, que los tipos de interés bajos no tienen por qué durar siempre… o que los imprevistos nunca se pueden descartar.
4. No confundas valor y precio
Un error clásico de la inversión en bolsa es comprar acciones por el hecho de que han estado subiendo… y venderlas porque han bajado. Estas decisiones parten de la confusión entre el valor de una empresa y el precio de una acción. La realidad es que, si el valor del negocio de una empresa es sólido, una caída en el precio de la acción es una oportunidad para comprar más, y no para vender. Además, cuanto menor sea el precio, menor será el riesgo asociado.
5. Traza un plan y síguelo
Para la mayoría de nosotros, lo recomendable es invertir con un horizonte a largo plazo –con un mínimo de cinco años–. Por ello, es imprescindible planificar bien nuestras inversiones: definir qué queremos conseguir, en cuánto tiempo y teniendo en cuenta nuestra tolerancia al riesgo. Si el plan es sólido, no deberíamos apartarnos de él cuando, inevitablemente, los mercados fluctúen a la baja. Sujeta el timón y mantén el rumbo.
6. Piensa en las probabilidades
Quizá si alguien te habla de una inversión con un 70% de probabilidades de éxito te suene muy bien. Ahora bien, eso significa que hay un 30% de probabilidades de que salga mal. ¿Estás cómodo con ese riesgo? Zweig aconseja pensarlo así: tres de cada diez personas que inviertan en esto fracasarán; ¿seré yo una de ellas? Al mismo tiempo, no es lo mismo invertir 100 euros que 1.000 o 10.000. Es útil pensar en un marco más amplio: en el conjunto de mis inversiones, ¿qué supondría el éxito o el fracaso de esta inversión concreta?
7. ¿Y si estás equivocado?
Cuando pensamos en inversiones un exceso de confianza puede traducirse en una mala decisión. De modo que una estrategia recomendable consistiría en asumir que puedes estar equivocado. Cuando estés muy convencido de tu decisión, busca en internet opiniones críticas fundamentadas, examínalas con cuidado y, revisita tu decisión. ¿Sigue teniendo sentido o es mejor desecharla?
8. Conoce tus limitaciones
Ya hemos hablado en el blog de la tolerancia al riesgo. Zweig advierte de que nuestro estado de ánimo afecta nuestra percepción del riesgo. Además, muchas veces se confunde la tolerancia al riesgo con la “tolerancia para ganar dinero”. Es decir, el riesgo asumido parece perfectamente aceptable cuando las cosas van bien. Ten en cuenta que nuestro cerebro experimenta mucho más dolor cuando pierdes dinero que placer cuando lo ganas.
No hay caminos ciertos para el éxito en las inversiones. De hecho, no podemos modular el éxito de nuestras decisiones, pero sí podemos reducir el riesgo de nuestras inversiones. Por eso, conviene tener un plan, pensar bien en las consecuencias de que las cosas vayan peor de lo esperado y protegerse de los imprevistos con la diversificación.