Fondos de inversión o ETF: ¿qué es mejor?
La mayor parte de los fondos de inversión que conocemos invierten en renta fija o en títulos de empresas cotizadas (también llamadas públicas). Hay muchas maneras de diferenciarlos. Quizá la primera distinción que podemos hacer es entre fondos de gestión activa y fondos de gestión pasiva. Otra diferencia importante tiene que ver con la estructura del fondo. Es decir, si hablamos de fondos de inversión o ETF.
Los ETF (exchange-traded funds), también llamados fondos cotizados, son fondos de inversión que cotizan en un mercado de valores. Aunque pueden ser de gestión activa –es decir, administrados por un gestor–, la mayoría de ellos siguen a un índice de referencia, igual que los fondos indexados. La clave es, pues, que los ETF se negocian como las acciones, por lo que su precio varía durante el día, en lugar de una vez cada día.
Aunque hay un precedente parecido en Canadá, John Bogle considera que el primer fondo cotizado se creó en 1992. Era el Standard & Poor’s Depositary Receipts (SPDR) –también conocido como Spider–, que invertía en el S&P 500 “a bajo coste con alta eficiencia fiscal”. El SPDR sigue siendo el mayor fondo del mundo, con más de 500.000 millones de dólares en activos. El número de ETF ha crecido de manera muy notable desde entonces, y hoy se estima que existen más de 12.000.
Ventajas de los ETF
Las ventajas de los ETF respecto a los fondos convencionales –incluidos los indexados– tienen que ver con la flexibilidad de su negociación. Como se pueden comprar y vender en cualquier momento durante el horario de mercado, teóricamente permiten a los inversores reaccionar rápidamente a los cambios del mercado. Además, suelen tener menores comisiones de gestión y permiten diversificar de manera más amplia, ya que a veces son el único medio para acceder a mercados reducidos.
Inconvenientes de los ETF
Sin embargo, expertos como Bogle o el periodista financiero Jason Zweig alertan de que los ETF pueden no ser adecuados para el inversor de a pie. Una estrategia útil como las aportaciones constantes de dinero –el dollar-cost averaging– puede estar contraindicada en los ETF, porque la mayor parte de los intermediarios cobrarán una comisión independiente sobre cada nueva inversión que realice.
“A diferencia de los fondos de inversión indexados, los ETF indexados están sujetos al pago de comisiones ordinarias cuando se compran y se venden, y estas comisiones se suelen cargar a todas las compras adicionales o reinversiones de dividendos”, explica Zweig en El inversor inteligente de Benjamin Graham. Estos costes pueden limitar sus ventajas o incluso anularlas enteramente.
Además, existen los fondos ETF ultra o apalancados, que llevan aparejada una mucha mayor volatilidad y están enfocados al corto plazo. Estos ETF utilizan deuda o productos derivados para amplificar las rentabilidades de la misma manera que la inversión a corto plazo.
Fondos de inversión o ETF: ¿cuál elegir?
La elección entre fondos de inversión y ETF depende de varios factores. Si tienes claro que lo tuyo es el largo plazo –como proponemos en este blog–, los fondos convencionales pueden ser una opción tan práctica como los ETF. Si prefieres tener más flexibilidad y menores costes –aunque estos pueden dispararse con las transacciones–, los ETF tienen ventaja. Lo mismo ocurre si lo que buscamos es aprovechar movimientos de mercado a corto plazo, gracias a su capacidad de negociación intradía.
No hay una respuesta única a si los fondos de inversión o los ETF son mejores. La decisión dependerá de tus objetivos financieros, perfil de riesgo y preferencias personales. Ambos ofrecen formas eficientes de diversificar tu inversión, y en muchos casos, una combinación de ambos podría ser la mejor estrategia. Evalúa tus necesidades y consulta con un asesor financiero para tomar la decisión que mejor se adapte a tus circunstancias.