Auge del crowdfunding inmobiliario: cómo elegir portal
Hoy compartimos con vosotros una reciente información publicada en Intereconomía sobre la fuerte irrupción de las plataformas de crowdfunding inmobiliario, que ganan cada vez más en atractivo y confianza entre los pequeños y medianos inversores, y entre las promotoras:
El crowdfunding inmobiliario ha llegado para quedarse. Con apenas 10 años de vida, así se denomina a las plataformas de financiación participativa que unen a través de la tecnología a muchos pequeños inversores para que participen conjuntamente en proyectos inmobiliarios de cierta envergadura, beneficiándose así de rentabilidades muy interesantes, que hasta entonces estaban en la práctica reservadas a grandes fondos e inversores institucionales. Estas plataformas se han posicionado como un gran aliado, tanto para el inversor minorista, que con pequeñas cantidades puede invertir en activos que de otra manera serían inaccesibles; como para el promotor, que encuentra una nueva vía para poder llevar a cabo sus proyectos.
Hablamos de una alternativa que está ganando atractivo también entre las grandes promotoras. Basta mencionar algunos de los proyectos realizados en los últimos meses por Gestilar, que ha desarrollado a través del crowdfunding una promoción residencial en Pozuelo de Alarcón o Caledonian, inmobiliaria que ha apostado por el modelo para financiar una vivienda de lujo en Málaga. Estas compañías encuentran en el crowdfunding inmobiliario una vía para arrancar o dar continuidad proyectos potencialmente rentables pero que, sin embargo, encuentran dificultades para obtener financiación a través de las entidades bancarias debido a las actuales restricciones del crédito.
En este contexto, puede surgir la pregunta de cuáles son las garantías que ofrecen estas plataformas, tanto a los pequeños ahorradores como a los promotores. Conviene saber que las plataformas de crowdfunding están reguladas y deben contar con la autorización de la CNMV para operar.
En el caso de los inversores, además es importante tener en cuenta que invertir a través de una plataforma de financiación participativa conlleva riesgos, como cualquier otra inversión. Si un proyecto no genera las plusvalías o rentas esperadas, lógicamente afectará a la rentabilidad estimada. También es cierto que se puede dar el caso de que al final el proyecto varíe para bien y genera rentabilidades superiores. Por ello, es importante elegir plataformas que sean estrictas a la hora de seleccionar los activos que ofrecen en base a criterios de calidad y rentabilidad. A partir de ahí, tienen que proporcionar a los interesados información detallada de cada operación para que la valoren bien, identificando los riesgos y los factores críticos de éxito. Y una vez que se ha obtenido el capital necesario, deben mantener puntualmente informados a los inversores sobre el avance de los proyectos y las principales novedades que se van produciendo.
Por lo que respecta al promotor, las posibilidades de que sus proyectos obtengan financiación tras ser aprobados por la plataforma dependerán de la capacidad de comunicación que tiene ésta con sus inversores, de la confianza que genere y de que se trate de perfiles con verdadero interés. De ahí que no siempre una base amplia de inversores sea sinónimo de éxito.
Precisamente la rigurosidad y la obsesión por la transparencia es una de las premisas de plataformas como Urbanitae. Su equipo de inversión y análisis estudia el historial de cada promotor, su profesionalidad y su expertise antes de abrir la financiación. Una vez que se reciben las aportaciones de los inversores, “Urbanitae protege los fondos de los inversores manteniendo su capital en una cuenta segregada y segura en una entidad de pagos externa e independiente, regulada y autorizada por el Banco de España, que se encarga de gestionar todos los movimientos de fondos”, señala Diego Bestard, fundador y CEO de la plataforma.
En definitiva, el crowdfunding inmobiliario nos ha traído una forma de invertir en ladrillo diferente y muy atractiva. Su aceptación cada vez es mayor y se espera que tenga un crecimiento tan vertiginoso que, según los expertos, mueva en 2025 entre 90.000 millones y 100.000 millones de dólares a nivel mundial.