¿Es urgente la descarbonización de los edificios?

Descarbonización edificios

¿Es urgente la descarbonización de los edificios?

Ante las amenazas del cambio climático, nuestras ciudades se ven sometidas constantemente a escrutinio público, al menos en términos de sostenibilidad. Ya sabemos que el 60% de las emisiones de carbono provienen de nuestros edificios, tal y como se desliza de un estudio de JLL. Así, es fácil entender por qué las Administraciones, en especial las locales, han puesto el foco sobre nuestra arquitectura y la forma en que urbanizamos.

Desde la consultora señalan que es la ciencia la que advierte de la urgencia de este tipo de medidas y que muchas de las normativas actuales no están a la altura de las circunstancias. Esta falta de iniciativa pública, en compensación, ha llevado también al sector privado a intensificar sus acciones. El desafío es de gran magnitud, pues el 80% de los edificios que dentro de 30 años estarán en pie ya están construidos. Así, señalan que la tasa de acondicionamiento anual debe ser al menos de un 3%. Ello plantea todo un reto para el inmobiliario del presente.

Para la consecución de este fin, el reverdecimiento de la red energética es imprescindible. Esto, que se ha hecho más que evidente dado el contexto internacional, debe ser impulsado sin falta por el sector público. Y es que, sin la descarbonización de la red eléctrica, los edificios están muy limitados para reducir las emisiones. Además, la descarbonización de los edificios debe acompañarse también de conceptos como la circularidad, la regeneración o la autosuficiencia si se pretende es una verdadera transición energética.

Lo positivo es que las ciudades cada vez son más ambiciosas en cuanto a la reducción de emisiones. El mejor ejemplo de ello es Copenhague, que, mirando a corto plazo, quiere alcanzar las cero emisiones en 2025. Para este objetivo, su plan gira en torno a tres ejes: el consumo de energía, la producción de energía y la movilidad y urbanismo sostenibles. De todos modos –y no solo en Copenhague–, estos objetivos podrían verse un poco demorados debido a la reciente crisis energética en Europa.

Una labor urgente y compleja

Para la descarbonización de los edificios, en las ciudades de mayor tamaño el problema es todavía más acusado, dada la concentración de grandes centros empresariales. Sin ir más lejos, en Londres los edificios suponen un 78% de las emisiones, un 73% en Tokio o un 71% en Washington. No obstante, el reverdecimiento energético de las ciudades, especialmente las densamente pobladas, tiene límites, que normalmente se encuentran en la necesidad de adoptar medidas a escala nacional más allá del ámbito local. Por eso, el primer paso debería ser la descarbonización del parque de edificios públicos.

Tal y como apuntan desde la consultora, la descarbonización de los edificios es una labor tan urgente como compleja, esto último debido a la fragmentación del parque de viviendas en las ciudades, que en su mayor parte se encuentra en manos privadas. Además, si esto depende principalmente del propio acondicionamiento de los edificios, la normativa debe ir por delante. Así, las ciudades más rezagadas necesitarían avanzar a un ritmo superior al 3% –referencia de la mayor parte de los planes climáticos–. Si lo que se pretende es conseguir la carbonización cero en 2050.

A todo ello se le suma también que gran parte de los edificios de nueva construcción siguen siendo demasiado contaminantes. No obstante, la obra nueva es el punto de partida para muchas de las estrategias económicas que ya están en desarrollo, en parte debido al inevitable envejecimiento de los parques de vivienda de las grandes ciudades. Sin embargo, esto último sigue siendo el grueso del problema, dada la proyección de futuro de estos edificios, que seguirán existiendo por muchas décadas y que desplazan el foco del asunto más hacia el acondicionamiento que hacia la construcción.

Además, hay que tener en cuenta los residuos que proceden de la construcción y demolición, que por sí solos suponen aproximadamente un tercio de los residuos totales en la Unión Europea, lo que da cuenta también del problema de las emisiones de carbono en el propio proceso de construcción. No olvidemos tampoco que a esta etapa del proceso se destinan, además, el 50% de las materias primas del mundo. Esto no solo nos advierte de las dimensiones del problema, sino que nos vuelve a llevar al mismo escenario de antes: la importancia del acondicionamiento de los edificios ya existentes.

La tecnología, clave para los edificios del futuro

Como en otros tantos sectores y contextos, la tecnología es la llave de paso que nos abre el camino hacia una transición energética sostenible. También en los edificios, pero para eso tienen que desarrollarse en un entorno coherente con esta idea. Entonces, el primer escalón pasa por las infraestructuras, la red energética y la movilidad urbana. De ahí la importancia de que las autoridades locales –también las nacionales– movilicen recursos para su consecución.

La emisión de carbono en los edificios, señalan desde JLL, debe medirse en todas las etapas, desde su construcción hasta su mantenimiento y demolición. Para su reacondicionamiento, la tecnología parte de un reto: su fragmentación, ya que ofrecer soluciones integrales para edificios no solo es difícil, sino también caro.

Para todo ello, el primer paso es diseñar un ecosistema tecnológico que facilite la colaboración entre Administraciones, investigadores y sector privado –donde también entra la industria inmobiliaria–. En esta línea, el crecimiento de los segmentos de building tech y proptech está permitiendo que los inversores presten cada vez más atención a la innovación en el inmobiliario, que, profesionalmente, necesita beber de múltiples disciplinas para acometer cambios de real envergadura.

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