Tres trampas que evitar para inversores jóvenes
Invertir hoy es bastante fácil. Pero, por eso mismo, es muy importante tener claras algunas ideas básicas antes de empezar. Todos hemos oído hablar de los errores clásicos a la hora de invertir: no diversificar, perseguir la rentabilidad a cualquier precio, no tener en cuenta las comisiones… Pero en el contexto actual merece la pena examinar tres trampas que los inversores jóvenes deberían eludir si aspiran a un mínimo de tranquilidad futura.
Hace unas semanas, The Economist señalaba en un artículo que los inversores jóvenes no han tenido mucha suerte hasta la fecha. La “era dorada de los inversores” iniciada en las cuatro décadas anteriores a 2021 permitió a sus padres obtener unas rentabilidades inusualmente altas: un retorno anual medio superior al 7%. El futuro financiero de los menores de 40 hoy es mucho menos halagüeño.
2022 fue un año notoriamente malo para la inversión. Para muestra, el S&P 500 cayó un 21% solo en la primera mitad del año, el peor primer semestre desde 1970. Al final, cerró el año con -19%. El típico fondo de inversión 60/40 se dejó ese año un 17%, una caída solo superada en 1931 y 1937. Pero es que a los bonos y las criptomonedas tampoco les fue bien. Ya se sabe: la inflación, las subidas de tipos y la guerra en Ucrania están entre los principales culpables de la debacle.
2023 ha ido notablemente mejor. Según BlackRock, a 30 de noviembre las acciones estadounidenses acumulaban una ganancia anual de casi el 21%. Y eso en un momento en el que, gracias a los elevados tipos de interés, opciones seguras como los bonos han bordeado el 5% anual. En todo caso, la bonanza de los últimos cuarenta años, dice The Economist, plantea varias trampas para los inversores jóvenes.
Acumular demasiado efectivo
Por más que 2022 fuera un año malo para la renta variable, obsesionarse con el efectivo y las inversiones “sin riesgo” no es una buena opción. El semanario recuerda que los bonos del Tesoro estadounidense han arrojado una rentabilidad anual de tan solo el 0,4% desde 1900. Las acciones aportan un valor muy superior si, como recomendamos en Urbanitae, adoptamos una estrategia de inversión a largo plazo.
Pasar de la renta fija
La segunda trampa es justo la opuesta. The Economist apunta que los bonos representan aproximadamente el 5% de la cartera de inversión de los miembros de la generación Z –los nacidos a mitad o a finales de los años 1990–. En el caso de los baby boomers, es decir, los inversores nacidos en las décadas 40, 50 y 60 del siglo pasado, el porcentaje de títulos de renta fija supone de media el 20%.
Los bonos deberían tener su espacio en una cartera de inversión diversificada y equilibrada. Sobre todo si pensamos que suelen resistir la inflación mucho mejor que el dinero en efectivo.
‘Thematic investing’
La inversión temática o de nicho no es nueva, y sus desventajas son bien conocidas. Quienes apuestan por inversiones exclusivamente relacionadas con una temática –por ejemplo, los fondos ESF– enfrentan una mayor volatilidad y usualmente mayores comisiones. Además, a veces ni siquiera hay tanta diferencia: un estudio de Harvard Business School apuntaba que el 68% de la cartera de los fondos ESG era idéntica a la de los fondos normales. The Economist advierte, además, de que las modas cambian, y de que, incluso aquellos que eligen temáticas razonables están compitiendo en el mercado con managers profesionales.
Al final, mantener la cabeza fría y seguir un plan de inversión sólido que resista el largo plazo es la mejor manera de evitar las trampas para inversores jóvenes y no tan jóvenes. Si quieres conocer más claves para invertir con tranquilidad, echa un vistazo a nuestra sección de Aprende.