Reciclaje inmobiliario, una tendencia al alza
Hay quien sueña con comprarse una casa o un piso y quien fantasea con vivir en un convento, en un monasterio e incluso en un castillo. Está claro que estas últimas opciones no están al alcance de todos los bolsillos ni en la imaginación de la mayoría, pero cada vez son más los compradores que demandan inmuebles de lo más variopinto para construir un hogar en el que vivir o donde alojarse.
Monasterios, castillos, conventos o ermitas convertidos en casas rurales u hoteles; la transformación de una nave industrial en viviendas de lujo, o un antiguo edificio de empresa convertido en residencia son algunos ejemplos de lo que se concibe como reciclaje inmobiliario. Una práctica por la que el mercado inmobiliario de alta gama apuesta fuerte y que se abre paso en España, con activos principalmente gestionados por inversores o fondos internacionales. Los compradores de este tipo de inmuebles, por su parte, son familias de alto poder adquisitivo que buscan viviendas exclusivas en los extrarradios de las ciudades.
La idea de reutilizar los recursos impregna cada vez más aspectos de la vida cotidiana, como reflejo de la preocupación creciente por la sostenibilidad. Basta echar un vistazo a las conclusiones de la primera edición de la encuesta sobre el clima 2021-2022 del Banco Europeo de Inversiones (BEI): el 95% de los españoles está a favor de reforzar la educación y sensibilizar a los niños sobre el consumo sostenible.
El reciclaje inmobiliario, que en términos generales se define como la transformación de espacios urbanos e industriales en viviendas, surgió como respuesta a la crisis de escasez de vivienda tras la Segunda Guerra Mundial, que durante la posguerra obligó a varias compañías a ceder sus naves industriales para sacarlas al mercado como viviendas. En la actualidad, el reciclaje inmobiliario trata de dar un segundo uso a los inmuebles, es decir, conferir una nueva vida a propiedades urbanas o industriales para convertirlas en viviendas o alojamientos en toda regla.
Una buena muestra de lo que puede llegar a hacer el reciclaje inmobiliario es la asombrosa transformación en una vivienda de la iglesia abandonada de Tas (Bizkaia), que data del siglo XVI, de la que se hizo cargo el estudio de arquitectos Garmendia & Cordero. El resultado es una singular vivienda llena de historia en la que el principal objetivo era mantener la esencia y la estructura arquitectónica de la iglesia, pero adaptada a todo tipo de lujos y comodidades actuales.
Exclusividad, singularidad y vanguardia
El reciclaje inmobiliario ofrece exclusividad, distinción y un valor añadido a la propiedad; si una vivienda se construye sobre lo que fue un monasterio, una iglesia o una nave industrial, generalmente su valor se incrementa. También ofrece grandes opciones de diseño, pues suelen ser espacios muy amplios, con mucha luz, techos altos y mucho margen de maniobra. Además, es un sistema que fomenta la economía circular y la sostenibilidad, al reducir las materias primas.
Sin embargo, también es importante tener en cuenta algunas dificultades en todo el proceso que conlleva el reciclaje inmobiliario. Básicamente las trabas se pueden encontrar a nivel legal y técnico, pues es necesario contar con todos los permisos de reestructuración y readaptación de un espacio que antes tenía un uso distinto. Puntualmente, se debe obtener la cédula de habitabilidad. Por ejemplo, una vivienda que se quiera construir en lo que anteriormente era un taller debe obtener estos permisos y pasar por varios filtros técnicos antes de concedérsele vía libre como uso nuevo de vivienda.
No obstante, la oferta de compradores que sueñan con reconstruir un sitio con historia o con un pasado industrial para convertirlo en su hogar está en alza. La pandemia, por lo demás, también ha sido un factor importante en este incremento, sobre todo, tras la generalización del teletrabajo, dando cabida a que muchas familias opten por buscar viviendas amplias e innovadoras en donde la creatividad esté a la orden de la obra.