Es un enfoque de gestión de inversiones en el cual los gestores toman decisiones activas de compra y venta de activos con el objetivo de superar los rendimientos del mercado. En lugar de simplemente seguir un índice de referencia, los gestores de fondos activos buscan identificar oportunidades de inversión que les permitan obtener una rentabilidad superior a la media del mercado.
La gestión activa se basa en el análisis continuo de los mercados, las empresas y los sectores, utilizando tanto herramientas cuantitativas como cualitativas para tomar decisiones informadas. Los gestores activos toman en cuenta factores como las condiciones económicas, las previsiones de crecimiento, los cambios regulatorios y otros elementos clave que puedan influir en el rendimiento de los activos.
Entre las características clave de la gestión pasiva se incluyen:
Este tipo de gestión es adecuado para inversores a largo plazo que prefieren un enfoque de bajo costo y no están interesados en intentar anticipar los movimientos del mercado. La gestión pasiva ofrece una manera accesible y efectiva de invertir en una amplia gama de activos sin la complejidad de una gestión activa.