Inversión en activos digitales: del memecoin de Trump a la ‘estafa’ de la libra de Milei

Investitionen in digitale Vermögenswerte: Vom Trump-Memecoin bis zum „Betrug“ mit Mileis Libra.

Inversión en activos digitales: del memecoin de Trump a la ‘estafa’ de la libra de Milei

La inversión en activos digitales sigue ganando relevancia en los mercados y no parece que la tendencia vaya a detenerse. Su origen 100% digital sumado a la volatilidad y riesgos asociados a su cotización han sido hasta ahora motivo de escepticismo tanto para los inversores como para reguladores, que miden de manera prudente cada paso en su avance hacia una normativa homogénea (aún inexistente) que procure un mayor equilibrio en los mercados.

Esta prudencia, sin embargo, contrasta con la eufórica reacción de algunos dirigentes políticos como el lanzamiento por parte de Donald Trump de su propio memecoin, $Trump, o el fenómeno $LIBRA impulsado por Javier Milei que ha copado titulares en las últimas semanas, hasta el punto de acusar de estafa al presidente argentino.

Criptomonedas, un mercado en evolución

Lo que empezó con una presencia residual y anecdótica se ha ido convirtiendo en una realidad ineludible: los activos digitales han llegado para quedarse, ya que muchos inversores buscan altas rentabilidades fuera de las inversiones tradicionales con una supuesta descorrelación con las ineficiencias del mercado.

Precisamente, las altas rentabilidades acumuladas están siendo uno de los motores del auge de este tipo de activos digitales: en 2024, las criptomonedas obtuvieron rentabilidades acumuladas que superaron incluso a la subida en Bolsa de los gigantes tecnológicos con Bitcoin a la cabeza (+121%). También batieron al oro, que en estos primeros meses del año está siendo el activo más deseado por sus características de valor refugio. 

Sin embargo, el 2025 no ha empezado con la misma tónica, y el incierto contexto macroeconómico, sobre todo el americano, con datos débiles de inflación y PMI, unido a un creciente escepticismo hacia este tipo de activos por sus evidentes fluctuaciones bruscas e impredecibles, han hecho bajar el suflé y apaciguar la euforia que parecía haberse adueñado de los mercados digitales. En enero, el volumen combinado de operaciones en criptoactivos descendió un 20,2%, hasta 9,03 millones de dólares, según datos de CoinDesk Data, llevando al Bitcoin a perder los 80.000 dólares y firmar su peor mes desde 2022.

Aun así, se espera que en este año se estabilice un crecimiento sostenido del mercado cripto. Por un lado, la constante innovación actuará de resorte para avanzar en la seguridad y estructura de estos activos; teniendo en cuenta que se trata de un mercado relativamente nuevo y en constante evolución, el margen de crecimiento es amplio. Por otro lado, el mayor interés generado por los inversores significará un viraje hacia este tipo de activos, con el consecuente movimiento de volumen de capital hacia estos mercados. 

Del meme de Trump, pasando por el criptoestado de Bukele a la “estafa” de Milei 

La llegada de nuevo al poder de Donald Trump en Estados Unidos ha marcado sustancialmente el paso de cómo las naciones van a asimilar a nivel institucional la penetración de los activos digitales y, en concreto, de las criptomonedas. Si ya en 2024 la SEC autorizó el lanzamiento de un ETF de Bitcoin, el presidente americano habló en su toma de posesión del “fortalecimiento del liderazgo estadounidense en tecnología financiera digital” con objeto de apoyar el crecimiento y uso responsable de activos digitales, la tecnología blockchain y otras tecnologías relacionadas con la economía. Por si fuera poco, este año lanzó $Trump, su memecoin (criptomoneda que se basa en fenómenos virales), que se disparó hasta los 15.000 millones de dólares, aunque desde entonces ha ido perdiendo su valor. Más allá de la anécdota, viralidad y repercusión a nivel social que tuvo este lanzamiento, hay que leer entre líneas para darse cuenta de la relevancia que están tomando los activos digitales a nivel global, muchas veces con intereses geopolíticos.

Dentro de los episodios reseñables que involucran la política con los activos digitales no debemos olvidar la adopción de El Salvador de Bitcoins como moneda de curso legal, aunque parece que no tendrá demasiado futuro. El capítulo más reciente fue el traspié de Javier Milei con el lanzamiento de la criptomoneda $LIBRA. La promoción de este activo por parte del mandatario argentino atrajo a un gran número de inversores, que perdieron su dinero al desplomarse la valoración en cuestión de minutos y no estar respaldada la cotización por una entidad fiable. 

Ambos son ejemplos de que es necesaria una estructura normativa robusta antes de dar grandes pasos en el terreno de las criptomonedas: tanto Bukele, presidente de El Salvador, como Javier Milei propugnaron el uso de las criptomonedas en favor de la libertad económica y el fomento de la inversión privada. 

Más allá de la rentabilidad: volatilidad y alto riesgo

Si sirven para algo estos episodios es como muestra de la gran volatilidad y de lo impredecible de estas inversiones. Esto se debe al alto nivel especulativo de las mismas, más sensibles a las megatendencias, movimientos sociopolíticos, etc. En este sentido, la figura de los reguladores es clave para establecer un marco normativo seguro que proteja al inversor y regule la existencia de los activos digitales, abogando por inversiones rentables y seguras. La aparición, por ejemplo, de la normativa MiCA, introduce seguridad para el inversor haciendo hincapié en la información clara y transparente de estos activos, atendiendo a los riesgos asociados. 

Sin embargo, las fluctuaciones del mercado son palpables y sensibles a la realidad política, como demuestra la reciente (pero inconsistente) subida del Bitcoin por las nuevas medidas de Donald Trump de incluir las criptomonedas en la reserva estratégica estatal. Habrá que esperar entonces para ver la evolución de un sector cuya volatilidad ha alejado tradicionalmente al inversor institucional, mientras que ha atraído el interés del minorista por la potencial rentabilidad. ¿Se desvanecerá la euforia cripto?

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