Diferencias entre gestión activa y gestión pasiva

Ventajas y desventajas de la gestión activa y la gestión pasiva

Diferencias entre gestión activa y gestión pasiva

Todos tenemos un conocido que ha hecho sus pinitos invirtiendo en bolsa –con buenos resultados, según él o ella–. Bien, pues este es probablemente el ejemplo más sencillo de gestión activa en la inversión. En este artículo, veremos las diferencias entre gestión activa y gestión pasiva, y te diremos cuál te conviene más. 

¿Qué es la gestión activa?

Como en el ejemplo, la inversión activa implica comprar y vender activos, sean estos títulos de renta variable –acciones–, letras del Tesoro –es decir, deuda pública–, criptomonedas, etc. Es decir, que hay alguien que se encarga de decidir cómo, cuánto, cuándo y dónde se invierte. Este gestor de cartera puede ser el propio interesado o un inversor profesional, un gestor de fondos de inversión

Normalmente, lo que se pretende con esta estrategia es superar el rendimiento del mercado. Es decir, quien toma las decisiones se basa en análisis fundamental y técnico –y en su propio criterio– para seleccionar inversiones que cree que tendrán un rendimiento superior. ¿A qué? A un índice de referencia, como puede ser el Dow Jones Industrial Average (DJIA). 

¿Qué es la gestión pasiva?

La gestión pasiva es el enfoque contrario. En lugar de invertir o gastar tiempo en seleccionar cómo y dónde invertir –o pagar a alguien para que lo haga–, nos limitamos a comprar todo el mercado. Es decir, invertimos, por ejemplo, en todas las compañías de un índice. La idea es, por tanto, replicar la rentabilidad del mercado. Y no es descabellado: al fin y al cabo, el mercado siempre gana a largo plazo. 

La idea principal detrás de la gestión pasiva es que los mercados son eficientes y, por lo tanto, es difícil superar consistentemente al mercado después de deducir los costes de inversión. Siguiendo con el ejemplo inicial, nuestro conocido optaría por invertir en un fondo indexado que replica a un índice de referencia. Y, con ello, se olvidaría de comprar, vender, informarse periódicamente y reajustar su estrategia periódicamente.

Ventajas de la gestión activa

Todo el mundo conoce a Warren Buffett, quizá uno de los mejores ejemplos del potencial de la gestión activa. Si su éxito destaca tanto no es tanto por la magnitud –que también–, sino por lo difícil que resulta emularle… Pero no nos desanimemos antes de tiempo. Veamos algunas ventajas de la gestión activa. 

Potencial de rendimiento superior

Un gestor activo puede aprovechar oportunidades de mercado y realizar ajustes en la cartera para intentar obtener rendimientos superiores a los del mercado. 

Flexibilidad

La gestión activa permite ajustar la cartera en respuesta a cambios en el mercado, la economía o las condiciones específicas de una empresa.

Gestión del riesgo

Los gestores activos pueden evitar activos que perciben como demasiado riesgosos y centrarse en aquellos que consideran más seguros o prometedores.

Desventajas de la gestión activa

Lo habéis adivinado: tomar las riendas de la inversión tiene desventajas. La primera de las cuales no es no poder emular fácilmente a Warren Buffett. Es, simplemente, no poder superar al mercado la mayor parte de las veces.

Costes elevados

Los fondos gestionados activamente suelen tener comisiones más altas debido a los costes asociados con la investigación y la toma de decisiones activas. Estas comisiones pueden erosionar –y erosionan– los rendimientos a largo plazo.

Riesgo de rendimientos bajos

No todos los gestores activos superan consistentemente al mercado. De hecho, muchos no lo logran después de deducir los costes. Es más, las comparaciones que muestran el rendimiento histórico de fondos de inversión, donde a pesar de todo salen perdiendo, no son completas. Solo incluyen los fondos que sobreviven…

Menor transparencia

Las estrategias activas pueden ser menos transparentes, lo que dificulta a los inversores saber exactamente en qué están invirtiendo. 

Ventajas de la gestión pasiva

La principal ventaja de la inversión pasiva es la tranquilidad. Es como poner las inversiones en piloto automático.

Costes bajos

Los fondos pasivos generalmente tienen comisiones más bajas que los fondos activos porque no requieren una gestión activa diaria. Es decir, no hay que pagar a nadie para que piense cómo superar al mercado. Menos costes suponen un ahorro grande a largo plazo.

Transparencia

Los fondos y ETF indexados suelen ser transparentes, ya que replican un índice conocido. Esto significa que los inversores siempre saben en qué están invirtiendo. Cuando la composición del índice cambia, así cambia la composición de su cartera. 

Diversificación

Al replicar un índice, los fondos pasivos ofrecen una diversificación inmediata y amplia. Y la diversificación es una de las reglas básicas de la inversión… 

Rendimiento consistente

La gestión pasiva tiende a ofrecer rendimientos que están muy cerca del rendimiento del mercado, lo cual es atractivo para los inversores que buscan estabilidad… ¡y rentabilidad a largo plazo!

Desventajas de la gestión pasiva

La principal desventaja es, en realidad, la otra cara de su principal ventaja. Al no decidir nada no podemos aprovechar oportunidades puntuales, pero tampoco podemos cometer grandes errores

Falta de flexibilidad

La gestión pasiva no permite tomar decisiones basadas en análisis del mercado o en condiciones económicas cambiantes. Esto puede limitar el potencial de obtener rendimientos superiores.

Rendimiento promedio

Al seguir un índice, los inversores en fondos pasivos solo obtendrán rendimientos promedio, nunca superando al mercado. Por definición, se obtienen los mismos resultados que el mercado en general. 

Gestión activa o gestión pasiva: ¿Cuál es para mí?

Sin conocerte, te diría que la segunda. La gestión pasiva es la más recomendable para la gran mayoría. Pero aquí van algunos elementos más para que decidas.

Para inversores que buscan bajos costes, transparencia y rendimientos consistentes: La gestión pasiva es a menudo la mejor opción. Es ideal para aquellos que creen en la eficiencia del mercado y prefieren una aproximación más “automática” a la inversión.

Para inversores dispuestos a asumir mayores costes a cambio de la posibilidad de rendimientos superiores: La gestión activa puede ser atractiva. Es adecuada para aquellos que tienen confianza en la habilidad de los gestores para superar al mercado y desean una estrategia de inversión personalizada y dinámica. Para los muy optimistas, en definitiva.

¿Y tú? ¿Lo tienes claro?

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