Una vez que hemos decidido en qué queremos invertir y nuestro asset allocation –es decir, la composición de nuestras inversiones–, el siguiente paso es mantener el rumbo. Reajustar la cartera de inversión es un paso clave para asegurar que nuestro plan resiste las turbulencias de los mercados.
El reajuste de la cartera de inversión –también llamado reequilibrio y rebalanceo– consiste en devolver la asignación de activos de la cartera a los niveles previamente definidos en nuestro plan de inversión.
Esa composición va cambiando por las fluctuaciones del mercado. Imagina que has decidido invertir en acciones y bonos en un proporción 60/40. Si las acciones suben durante un tiempo, su valor en tu cartera crecerá. Podría ocurrir, por tanto, que las acciones ya no pesen un 60% de la cartera, sino que ese mayor valor represente ahora el 80% de tus activos. Reajustar la cartera es devolver el equilibrio inicial. En este caso, vender acciones –y comprar bonos– hasta que la renta variable vuelva a suponer el 60% de tu cartera de inversión.
Podrías pensar que si a tus acciones les va bien, para qué venderlas. Obviamente, no hay que vender cada vez que tus activos cambien de valor. De hecho, esta sería una mala estrategia. Pero piensa que, igual que suben, tus acciones pueden volver a bajar. Si ahora tienes más acciones que antes, te expones a pérdidas mayores.
Además, la diferente composición de la cartera implica no solo que la rentabilidad cambie, sino también el riesgo. Si te sientes cómodo con una distribución de 60/40 entre renta variable y renta fija, es porque quieres compensar la volatilidad de las acciones con un porcentaje grande de bonos. Si el reparto cambia, también cambia el riesgo general de tu cartera.
De todas maneras, piensa que si vendes parte de tus acciones cuando están caras y compras bonos cuando están más baratos, estás haciendo justo lo que todo inversor sueña conseguir. De hecho, este mismo principio es el que está detrás de otra de las estrategias claves que hemos visto en el blog, el dollar-cost averaging.
La idea de devolver el equilibrio a nuestras inversiones no debe hacernos perder el norte. Igual que no tiene mucho sentido tratar de predecir el mercado, tampoco es eficiente revisar constantemente la composición de la cartera. Entre otras cosas, porque los ajustes son operaciones que, normalmente, llevan aparejados unos costes.
El periodista especializado en finanzas Jason Zweig recomienda lo siguiente: “En una cuenta de inversión en fondos o planes, puedes reequilibrar sin siquiera generar una factura impositiva. Hazlo dos veces al año, todos los años, en dos días fáciles de recordar con aproximadamente seis meses de diferencia, como tu cumpleaños y tu santo, o en tu cita semestral con el dentista. Cuanto más fluctúen tus inversiones, mayor será el beneficio que obtendrás del reequilibrio”.
En resumen, reajustar la cartera de inversión periódicamente es fundamental para mantener un equilibrio deseado entre el riesgo y el rendimiento de nuestras inversiones. Y también un buen antídoto para no tomar decisiones de inversión llevados por las modas, la euforia o el desánimo.