Los beneficios de la diversificación
Si has pensado en invertir, habrás oído hablar de la palabra diversificación. No poner todos los huevos en la misma cesta –que eso es, en esencia, diversificar– es una de las reglas básicas de la inversión que te hemos explicado. En este artículo queremos profundizar un poco más en este concepto y ponerte algunos ejemplos.
Lo primero que debes saber es que la diversificación se considera una estrategia de inversión defensiva. Como ya hemos dicho en otras ocasiones, es muy difícil elegir las inversiones que mejor resultado tendrán en el futuro. Por eso, es más útil pensar en cómo limitar nuestras pérdidas que en cómo maximizar nuestras ganancias. La diversificación trata justamente de hacer lo primero.
Así, diversificar tiene que ver con reducir el riesgo… ¿pero cuál? Se suele hablar de dos tipos: el riesgo sistémico o de mercado y el riesgo no sistémico. El riesgo sistémico es el que afecta a una gran variedad de sectores. Las fuentes de riesgo sistémico van desde la inflación a las guerras, pasando por las pandemias… No es fácil protegerse contra este tipo de eventos.
El riesgo no sistémico es aquel que afecta solamente a algunos sectores, tipos de activo o empresas. Por ejemplo, un cambio regulatorio sobre las emisiones de los vehículos afectará principalmente a los fabricantes de automóviles. El cese de un directivo importante afectará a la compañía de la que se trate. Y la aparición de un nuevo competidor puede afectar al resto de empresas del sector en el que opere.
La diversificación combate el riesgo no sistémico, es decir, ante las noticias que afectan de maneras diferentes a empresas, sectores o activos diferentes. Por eso la diversificación solo funciona cuando elegimos inversiones que tienen una baja correlación entre sí. Por ejemplo, las acciones y los bonos. Pero también los mercados emergentes y las economías avanzadas…
Hay muchas maneras de diversificar nuestras inversiones. Aquí te contamos las tres principales.
Diversifica por tipos de activo
Si has dado tus primeros pasos en el mundo de la inversión, es probable que hayas invertido en renta variable (acciones) y renta fija (bonos) a través de un fondo de inversión. Si es así, ya has diversificado tus inversiones: el fondo típico consiste en una cartera compuesta en torno al 60% por acciones y en torno al 40% por bonos. Las acciones dan más rentabilidad a largo plazo, pero tienen mucha volatilidad (su valor es muy cambiante). Los bonos dan menos rentabilidad, pero son más estables.
La combinación de acciones y bonos es, además, una buena idea porque se comportan de distinta manera. Por lo general, cuando la economía entra en recesión, las acciones bajan. Cuando esto ocurre, los bancos centrales suelen bajar los tipos de interés, para impulsar la economía, y los bonos suben –aunque no siempre pasa…–. La mejor manera de diversificar en ambos tipos de activos es a través de fondos indexados.
Se puede diversificar más añadiendo más tipos de activo a la mezcla, como, por ejemplo, materias primas, metales preciosos o inmuebles. Burton Malkiel y Charles Ellis, dos expertos de probada trayectoria, recomiendan huir de complejidades y convertir al inmobiliario en el tercer ingrediente en nuestra cartera diversificada. Y de la manera más directa posible: viviendo en una casa de nuestra propiedad. Aunque hay más alternativas, como el crowdfunding inmobiliario…
Diversifica por mercados
De igual manera que no todos los sectores reaccionan igual a las noticias económicas, tampoco estas afectan por igual a todos los países. Piensa, por ejemplo, en Australia. Antes de la covid, cuyo efecto fue universalmente negativo, este país había pasado nada menos que 30 años sin experimentar una recesión.
Sin llegar a ejemplos tan raros como el australiano, siempre es buena idea repartir nuestras inversiones en diferentes zonas geográficas. De nuevo, la forma más sencilla de hacerlo es a través de acciones. Muchas compañías operan en diferentes países y, en cierto modo, ya tienen la diversificación incorporada. Pero es más seguro ampliar el foco e invertir en un índice completo, como, por ejemplo, el S&P 500. Aunque también hay índices, como el MSCI World, que incluye empresas de todo el mundo y ofrece, por tanto, mucha diversificación.
Diversifica en el tiempo
Quizá la regla más importante y menos aplicada es la de no hacer todas las inversiones en el mismo momento. La razón es sencilla: puede que el momento elegido no sea el mejor. Cuando hablamos de acciones y fondos, hay una tendencia clara: la gente suele perseguir rentabilidades pasadas invirtiendo en sectores o empresas calientes.
Es una estrategia equivocada, por varios motivos: el primero es que las rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras. Como sabemos, hay que fijarse en el largo plazo y evitar decisiones precipitadas, que sigan una u otra tendencia. Otro motivo por el que no es buena idea invertir en sectores de moda es que suele ser caro: las acciones están caras, y cuanto más caro compremos, menor será la ganancia futura.
¿Qué hacer? La mejor estrategia es invertir cantidades pequeñas periódicamente. De esta forma, nos seguiremos beneficiando del interés compuesto y, además, compraremos menos acciones cuando los precios son altos y más cuando los precios son bajos. Esta técnica, que se conoce como dollar-cost averaging, es, de hecho, la más rentable en momentos de gran volatilidad.
Diversificar en el inmobiliario
Si decides añadir inmuebles a tu cartera de inversión, el crowdfunding inmobiliario es una de las opciones que mayor diversificación permite. Al requerir cantidades pequeñas, se puede invertir poco a poco, periódicamente. Como en Urbanitae, se puede diversificar por promotor, sector (comercial, residencial…), tiempo, estrategia (préstamo, plusvalías, rentas) y ubicación. Además, en Urbanitae cada proyecto es independiente del resto: cada cual tiene su propia sociedad y cuentas separadas, lo que aumenta la seguridad para el inversor.
Hay muchas maneras de diversificar nuestras inversiones. Aquí te contamos las tres principales.
Diversifica por tipos de activo
Si has dado tus primeros pasos en el mundo de la inversión, es probable que hayas invertido en renta variable (acciones) y renta fija (bonos) a través de un fondo de inversión. Si es así, ya has diversificado tus inversiones: el fondo típico consiste en una cartera compuesta en torno al 60% por acciones y en torno al 40% por bonos. Las acciones dan más rentabilidad a largo plazo, pero tienen mucha volatilidad (su valor es muy cambiante). Los bonos dan menos rentabilidad, pero son más estables.
La combinación de acciones y bonos es, además, una buena idea porque se comportan de distinta manera. Por lo general, cuando la economía entra en recesión, las acciones bajan. Cuando esto ocurre, los bancos centrales suelen bajar los tipos de interés, para impulsar la economía, y los bonos suben –aunque no siempre pasa…–. La mejor manera de diversificar en ambos tipos de activos es a través de fondos indexados.
Se puede diversificar más añadiendo más tipos de activo a la mezcla, como, por ejemplo, materias primas, metales preciosos o inmuebles. Burton Malkiel y Charles Ellis, dos expertos de probada trayectoria, recomiendan huir de complejidades y convertir al inmobiliario en el tercer ingrediente en nuestra cartera diversificada. Y de la manera más directa posible: viviendo en una casa de nuestra propiedad. Aunque hay más alternativas, como el crowdfunding inmobiliario…
Diversifica por mercados
De igual manera que no todos los sectores reaccionan igual a las noticias económicas, tampoco estas afectan por igual a todos los países. Piensa, por ejemplo, en Australia. Antes de la covid, cuyo efecto fue universalmente negativo, este país había pasado nada menos que 30 años sin experimentar una recesión.
Sin llegar a ejemplos tan raros como el australiano, siempre es buena idea repartir nuestras inversiones en diferentes zonas geográficas. De nuevo, la forma más sencilla de hacerlo es a través de acciones. Muchas compañías operan en diferentes países y, en cierto modo, ya tienen la diversificación incorporada. Pero es más seguro ampliar el foco e invertir en un índice completo, como, por ejemplo, el S&P 500. Aunque también hay índices, como el MSCI World, que incluye empresas de todo el mundo y ofrece, por tanto, mucha diversificación.
Diversifica en el tiempo
Quizá la regla más importante y menos aplicada es la de no hacer todas las inversiones en el mismo momento. La razón es sencilla: puede que el momento elegido no sea el mejor. Cuando hablamos de acciones y fondos, hay una tendencia clara: la gente suele perseguir rentabilidades pasadas invirtiendo en sectores o empresas calientes.
Es una estrategia equivocada, por varios motivos: el primero es que las rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras. Como sabemos, hay que fijarse en el largo plazo y evitar decisiones precipitadas, que sigan una u otra tendencia. Otro motivo por el que no es buena idea invertir en sectores de moda es que suele ser caro: las acciones están caras, y cuanto más caro compremos, menor será la ganancia futura.
¿Qué hacer? La mejor estrategia es invertir cantidades pequeñas periódicamente. De esta forma, nos seguiremos beneficiando del interés compuesto y, además, compraremos menos acciones cuando los precios son altos y más cuando los precios son bajos. Esta técnica, que se conoce como dollar-cost averaging, es, de hecho, la más rentable en momentos de gran volatilidad.
Diversificar en el inmobiliario
Si decides añadir inmuebles a tu cartera de inversión, el crowdfunding inmobiliario es una de las opciones que mayor diversificación permite. Al requerir cantidades pequeñas, se puede invertir poco a poco, periódicamente. Como en Urbanitae, se puede diversificar por promotor, sector (comercial, residencial…), tiempo, estrategia (préstamo, plusvalías, rentas) y ubicación. Además, en Urbanitae cada proyecto es independiente del resto: cada cual tiene su propia sociedad y cuentas separadas, lo que aumenta la seguridad para el inversor.