La finca rústica despega como inversión inmobiliaria

La finca rústica despega como inversión inmobiliaria

Invertir en Finca rústica
Invertir en Finca rústica

El mercado inmobiliario rústico es uno de los segmentos que más desapercibido pasa dentro del sector, pero tal y como muestran las cifras se posiciona como una buena opción para invertir. La compraventa de fincas rústicas en España aumentó un 3,9% en 2018 respecto al año anterior, según el INE. Un apogeo que también parece mantenerse en 2019 como vienen a confirmar los datos de febrero que muestran un crecimiento de la demanda de estos activos del 2,4% en tasa anual.

En este sentido, Juan Fraile, director de Fincas Rústicas de Gilmar, explica en Invertia.com que el repunte del interés que hay por este tipo de producto se debe a que para mucha gente “el campo es un valor seguro, un valor refugio”. A esto se añade, como apunta Francisco Lévez, responsable de Suelo de Casaktua.com, que “estos inmuebles son un activo singular que están un poco al margen de los ciclos económicos, por lo que las bajadas y subidas de precios son menos acentuadas”.

Un análisis realizado por el portal inmobiliario Vitrio muestra que Extremadura, Aragón, Castilla y León y Castilla-La Mancha se sitúan como las zonas más baratas de España para comprar fincas rústicas, frente a Islas Canarias, Andalucía y Baleares, donde se encuentran los activos con los precios más altos.

Al margen de su valor económico, el rendimiento de este tipo de propiedades depende del uso que se le otorgue a posteriori. Así, el retorno de la inversión de una finca rústica destinada a convertirse en una vivienda será distinto de aquella que se dedique a una actividad agropecuaria que, por ejemplo, batió récord en 2018, al crecer un 3,4% con respecto al año anterior.

El perfil de comprador de estos activos es el de un empresario o persona física con un poder adquisitivo medio-alto. A este respecto, Idealista muestra que el 65% de ellos busca una propiedad para uso turístico, mientras que un 25% son empresas que quieren trabajar en un medio rural y un 10% la compran para uso propio o familiar. Si tenemos en cuenta la nacionalidad del comprador, los extranjeros representan el 70% de la demanda frente al 30% de los españoles.

La utilización de las fincas rústicas con fines de segunda residencia, casa de vacaciones o con el objetivo de crear un negocio enfocado al turismo rural se presenta como una buena oportunidad para impulsar la despoblación rural. Un problema cada vez más agravado en España, donde existen más de 5.000 municipios con una población menor a los 1.000 habitantes, según datos del Padrón del Instituto Nacional de Estadística (INE).

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