Es un inversor que cumple con los requisitos establecidos por la regulación financiera para poder participar en ciertas oportunidades de inversión restringidas. Estos requisitos están diseñados para asegurar que los inversores tengan la capacidad financiera y el conocimiento necesario para asumir los riesgos asociados con inversiones más complejas y menos reguladas.
Los inversores acreditados pueden acceder a una gama más amplia de productos financieros, como fondos de capital privado, fondos de inversión libre (FIL) o inversiones en startups, que no están disponibles para el público general. Esto se debe a que estas inversiones suelen ser más arriesgadas y menos líquidas, lo que puede resultar en una mayor rentabilidad, pero también en mayores riesgos.
Los criterios para ser considerado un inversor acreditado varían según la jurisdicción, pero comúnmente incluyen uno o más de los siguientes requisitos:
Ser considerado un inversor acreditado abre la puerta a una mayor variedad de oportunidades de inversión, que pueden ofrecer rendimientos más altos que las inversiones tradicionales. Sin embargo, también implica asumir un mayor nivel de riesgo, por lo que es importante que estos inversores estén bien informados y sean conscientes de los riesgos asociados con las inversiones no reguladas.