Es un préstamo en el cual el prestatario ofrece un activo como garantía para respaldar el préstamo. En caso de incumplimiento, el prestamista tiene el derecho de ejecutar la garantía y recuperar el valor del activo para cubrir el préstamo. Los activos utilizados como garantía pueden ser propiedades inmobiliarias, vehículos, inversiones u otros bienes de valor significativo.
Este tipo de préstamo se considera menos arriesgado para el prestamista, ya que tiene un recurso adicional en caso de que el prestatario no cumpla con sus obligaciones de pago. A cambio, el prestatario puede obtener condiciones más favorables, como tasas de interés más bajas, debido a la menor percepción de riesgo por parte del prestamista.
Al optar por un préstamo garantizado, tanto el prestatario como el prestamista deben evaluar adecuadamente el valor de la garantía ofrecida. Es importante asegurarse de que el activo utilizado como garantía tenga suficiente valor para cubrir la deuda en caso de incumplimiento.
Además, el riesgo para el prestatario es significativo, ya que si no puede cumplir con los pagos del préstamo, perderá el activo ofrecido como garantía. Esto debe ser considerado cuidadosamente, especialmente cuando se trata de bienes de valor importante o personal.
Es también esencial revisar las condiciones del préstamo, como el porcentaje de financiamiento respecto al valor del activo (relación préstamo-valor o LTV), y asegurarse de que los términos sean justos y equitativos.