
España, a la cabeza de Europa: el 70% del patrimonio está en activos inmobiliarios
Last Updated on 10 julio 2025 by Urbanitae
La vivienda es percibida como algo más que un bien material y un elemento esencial del paisaje urbano. También es un símbolo profundamente arraigado de seguridad y estabilidad financiera. Durante décadas, poseer una o varias viviendas ha representado una garantía frente a las incertidumbres económicas, una forma de protección ante la volatilidad de los mercados financieros y un seguro de cara a la jubilación.
Pese a las múltiples vías de inversión disponibles, la realidad es que el ladrillo sigue siendo la preferida de los españoles. El interés por este tipo de activo en nuestro territorio es más que notorio, así lo refleja el banco suizo UBS en su informe Global Wealth Report 2025, en el que analiza el nivel de riqueza en más de 50 países. Según las conclusiones, España se sitúa como el país europeo que más invierte en este tipo de el sector inmobiliario, con casi el 76% del patrimonio bruto vinculado al ladrillo. A nivel mundial, nuestro país solo es superado por Nueva Zelanda, revelando un importante detalle: para las familias españolas esta es una forma de invertir en un activo seguro y rentable.
Otros países europeos no demuestran el mismo interés en el mundo inmobiliario. En Francia, solo un 69% cuenta con inmuebles entre su patrimonio, en el caso de Alemania la cifra desciende hasta el 66%, siendo Italia uno de los más bajos con un 60%. Suecia, junto con otros países, fuera de Europa, como Estados Unidos, no alcanza el 50% de su capital dedicado a este tipo de activo. Sin embargo, otros países del sur de Europa sí parecen sumarse a la tendencia, Portugal concentra el 74,5% de su capital en el ladrillo, Grecia, por otro lado, roza el nivel de España con un 75%.
Más de 1,2 millones de ricos en España y preferencia por la vivienda
El estudio de UBS también aporta cifras reveladoras sobre el contexto global y la situación relativa de España. En términos de riqueza por adulto, el país ocupa el puesto 22 a nivel mundial, con un patrimonio medio de 233.739 dólares y una mediana de 126.000 dólares, unas cifras que crecen de forma estable desde 2020. Además, revela que España alberga 1,2 millones de personas con un patrimonio neto superior al millón de dólares y que, además, cuentan con más del 95% de activos que el resto de la población. Aun así, la brecha con otras economías avanzadas sigue siendo amplia. Por ejemplo, Suiza, Australia y Estados Unidos tienen patrimonios medios que duplican o triplican el español, gracias a unos sueldos mucho más altos, el peso de los activos financieros y el dinamismo de sus bolsas.
Este contraste refleja una peculiaridad de la estructura patrimonial española. En países como Suecia, Dinamarca o los Países Bajos las familias destinan entre un 40 % y un 50 % de su riqueza al ladrillo y el resto se reparte entre productos financieros. Sin embargo, España sigue apostando de forma muy mayoritaria por la inversión inmobiliaria tradicional.
De padres a hijos: la nueva economía de la vivienda heredada
Tradicionalmente, las familias invertían en casas para sus hijos, priorizando que estos pudieran heredar en un futuro un hogar. Ahora, la herencia de estas viviendas, terrenos o locales ha comenzado a cristalizarse, consiguiendo que este sea uno de los bienes más cotizados y estratégicos dentro del patrimonio familiar. El banco suizo analiza esta sucesión generacional de bienes raíces poniendo el foco en la generación millennial como la principal heredera de patrimonio de esta clase.
De esta forma, UBS subraya un fenómeno que marcará, en su visión, la próxima década: la Gran Transferencia de Riqueza, por el que estima que en los próximos 25 años se traspasarán cerca de 83 billones de dólares entre generaciones en todo el mundo. España no es ajena a esta tendencia. Según los datos, aproximadamente el 17 % del patrimonio bruto del país cambiará de manos.
La Gran Transferencia coincide con un proceso de envejecimiento demográfico: más de un tercio de los propietarios españoles supera los 65 años, lo que podría implicar que un importante número viviendas saliera a la venta en un plazo breve, modificando así las dinámicas propias del mercado inmobiliario.
El ladrillo español: ¿una tradición en declive?
España es, según los datos del informe de UBS, uno de los países europeos con menor proporción de activos financieros en el patrimonio de los hogares. Mientras que en países como Suecia o Suiza más del 70% de la riqueza se encuentra en activos financieros, en España este porcentaje apenas supera el 30%. La diferencia es relevante: implica menos exposición a los mercados financieros y, por tanto, menor acceso al crecimiento del capital global, aunque, también menor riesgo y volatilidad.
En este sentido, el Global Wealth Report 2025 evidencia que la tendencia global evoluciona hacia una mayor diversificación patrimonial y una participación creciente de activos financieros. La riqueza financiera global creció un 6,2% en 2024, frente al 1,7% de la riqueza no financiera. América, en especial Estados Unidos, lideró el crecimiento gracias a mercados financieros sólidos y una moneda estable.
Aunque los datos sobre la riqueza por adulto en España antes mencionados colocan al país por encima de la media global, muestran un diferencial relevante frente a economías de similar tamaño, como Francia o Alemania. En términos de crecimiento de la riqueza en 2024, España experimentó un incremento real (ajustado por inflación y medido en moneda local) cercano al 8% en promedio y del 18% en mediana, lo que refleja una mejora sustancial en los niveles patrimoniales medios.
No obstante, el problema no sería la cantidad de riqueza, sino su composición. Como explica UBS, en países como España, Grecia o Portugal, la riqueza no financiera (inmuebles) representa dos tercios del patrimonio bruto, con bajos niveles de endeudamiento. Esto puede parecer positivo desde el punto de vista del riesgo financiero, pero limita las oportunidades de crecimiento y liquidez.
Nuevas oportunidades de inversión fuera del real estate tradicional
La inversión en vivienda fuera de los activos tradicionales es posible gracias al auge de nuevos instrumentos financieros regulados, como el crowdfunding inmobiliario. Plataformas como Urbanitae permiten a sus usuarios, sean inversores institucionales o minoristas, acceder a proyectos inmobiliarios de obra nueva, a través de diferentes fórmulas como plusvalías, deuda o equity y desde solo 500 euros.