Es el riesgo de que la inflación reduzca el valor adquisitivo del dinero con el tiempo. La inflación implica un aumento generalizado de los precios de los bienes y servicios, lo que significa que con el paso del tiempo, el dinero pierde su poder adquisitivo. Cuando la tasa de inflación es alta, los rendimientos nominales de las inversiones pueden no ser suficientes para compensar el aumento de los precios, lo que provoca que los inversores vean una disminución en el valor real de sus rendimientos. En estos casos, el retorno de una inversión podría no ser suficiente para mantener el nivel de vida del inversor.
Este riesgo es especialmente relevante en inversiones de renta fija o activos que no ajustan su valor según la inflación, como los bonos o depósitos a plazo, ya que sus rendimientos pueden ser absorbidos por la subida de los precios.
El riesgo de inflación puede tener un impacto significativo sobre las inversiones a largo plazo, ya que incluso si una inversión genera rendimientos positivos, la alta inflación puede reducir la capacidad del inversor para preservar su poder adquisitivo. Para protegerse contra la inflación, los inversores pueden considerar activos que históricamente han mostrado un buen desempeño durante periodos inflacionarios, como acciones, bienes raíces o materias primas.
Un ajuste por inflación es importante cuando se evalúa el rendimiento real de las inversiones. Es recomendable considerar la rentabilidad real, que ajusta los rendimientos nominales teniendo en cuenta la inflación. Si bien ciertos activos pueden ofrecer un rendimiento superior al de la inflación, los inversores deben ser conscientes de que, en un entorno inflacionario elevado, el rendimiento de muchas inversiones tradicionales puede verse reducido.
Además, es importante tener en cuenta las políticas monetarias y los tipos de interés, ya que los bancos centrales pueden aumentar las tasas de interés para controlar la inflación, lo que puede afectar el valor de las inversiones y la rentabilidad de las carteras.