Se refiere a una clase de activos financieros que no tiene pagos periódicos preestablecidos y cuyos rendimientos fluctúan según el desempeño del mercado. A diferencia de la renta fija, la renta variable incluye instrumentos cuyo rendimiento depende directamente de la rentabilidad de la empresa o del activo subyacente. Los activos de renta variable incluyen acciones de empresas cotizadas y participaciones en fondos de inversión, entre otros.
El principal atractivo de la renta variable es su potencial de alta rentabilidad, dado que los precios de las acciones pueden aumentar significativamente si la empresa tiene un buen desempeño. Sin embargo, los rendimientos son volátiles y pueden variar considerablemente, ya que están sujetos a factores de mercado, como el comportamiento de la empresa, las condiciones económicas globales y las políticas gubernamentales.
La renta variable presenta un mayor riesgo en comparación con la renta fija, ya que no garantiza ingresos fijos y su rentabilidad está sujeta a las fluctuaciones del mercado. Los inversores pueden experimentar tanto ganancias como pérdidas significativas dependiendo de las condiciones del mercado y de las decisiones empresariales.
Uno de los principales beneficios de la renta variable es la diversificación, ya que los inversores pueden comprar acciones de diversas empresas en diferentes sectores, lo que reduce la exposición a riesgos específicos. Además, algunas acciones de empresas pueden pagar dividendos, lo que ofrece un flujo de ingresos adicional, aunque estos pagos no están garantizados.
Es importante que los inversores comprendan que la volatilidad de la renta variable puede ser un factor determinante en el rendimiento de sus inversiones, por lo que los plazos de inversión y el perfil de riesgo deben ser cuidadosamente considerados antes de invertir en activos de renta variable.