Son inversiones que se desvían de las formas tradicionales de inversión, como acciones y bonos. Las inversiones alternativas incluyen activos como bienes raíces, materias primas, fondos de inversión libre (FIL, también llamados hedge funds), capital privado, arte, criptomonedas y otros instrumentos financieros no convencionales. Este tipo de inversión ofrece una vía para diversificar las carteras de los inversores, al no estar necesariamente correlacionadas con los mercados financieros tradicionales.
Las inversiones alternativas son apreciadas por su capacidad para proporcionar rendimientos no correlacionados con las fluctuaciones del mercado de valores, lo que puede ayudar a reducir el riesgo global de una cartera. Además, suelen ofrecer oportunidades en sectores o mercados que no están disponibles a través de instrumentos tradicionales.
Las inversiones alternativas pueden ser atractivas para aquellos inversores que buscan diversificación y están dispuestos a asumir riesgos adicionales a cambio de rendimientos potencialmente más altos. Este tipo de inversiones también suele estar dirigido a inversores con una mayor tolerancia al riesgo y una visión de largo plazo, ya que muchas de estas opciones requieren un enfoque más especializado y pueden ser menos líquidas que los activos tradicionales.
Aunque las inversiones alternativas pueden generar beneficios atractivos, también conllevan un nivel de riesgo más elevado, por lo que es esencial realizar un análisis exhaustivo y comprender los riesgos antes de decidir asignar capital a este tipo de activos.