Se refiere a la parte de la economía relacionada con la producción, distribución y consumo de bienes y servicios tangibles. En el contexto inmobiliario, la inversión en la economía real se refiere a la adquisición y desarrollo de activos físicos, como propiedades inmobiliarias.
A diferencia de los mercados financieros, que operan con activos intangibles como acciones, bonos o derivados, la economía real se centra en actividades productivas y bienes palpables. Estas actividades son fundamentales para el crecimiento económico, ya que generan empleo, infraestructura y recursos para satisfacer las necesidades básicas de la sociedad.
En el ámbito inmobiliario, la inversión en la economía real incluye:
Las ventajas de invertir en la economía real, particularmente en el sector inmobiliario, incluyen la estabilidad a largo plazo, la protección contra la inflación y la posibilidad de generar ingresos recurrentes. Sin embargo, estas inversiones también pueden presentar desafíos, como altos costos iniciales, baja liquidez y exposición a ciclos económicos.
La economía real es un pilar esencial para el desarrollo sostenible, ya que conecta directamente las inversiones con el progreso tangible. En el caso del sector inmobiliario, estas inversiones no solo generan retornos financieros, sino que también contribuyen a satisfacer demandas habitacionales, comerciales e industriales.