El loan-to-value (LTV) es la relación entre el importe del préstamo solicitado para la compra de un inmueble y el valor de tasación de dicha propiedad. Este indicador se utiliza para medir el nivel de apalancamiento y el riesgo asociado a la financiación. Un LTV elevado indica que el préstamo cubre una mayor parte del valor del inmueble, lo que representa un mayor riesgo para el prestamista. En cambio, un LTV bajo implica una mayor aportación de fondos propios por parte del comprador, lo que reduce ese riesgo.
El LTV es un parámetro clave tanto para las entidades financieras como para los compradores, ya que influye directamente en las condiciones del préstamo, como el tipo de interés o los requisitos de aportación inicial. Cuanto mayor es el LTV, mayor suele ser el tipo de interés aplicado, ya que la entidad asume un mayor nivel de exposición.
El cálculo del LTV se realiza dividiendo el importe del préstamo entre el valor de tasación del inmueble, y expresando el resultado en forma de porcentaje. Por ejemplo, si se solicita un préstamo de 80.000 euros para una propiedad tasada en 100.000 euros, el LTV sería del 80 %.
Un LTV alto puede indicar que el prestatario está asumiendo una carga financiera significativa en relación con el valor del inmueble, lo que podría generar problemas en caso de caídas del mercado o dificultades económicas. Por ello, los prestamistas suelen valorar positivamente un LTV bajo, ya que ofrece mayor seguridad y reduce el riesgo de impago.