¿Qué es la inversión sostenible?
En la era de la conciencia ambiental y la responsabilidad social, la inversión sostenible se ha convertido en una tendencia creciente y necesaria en el mundo financiero. No se trata solo de una moda pasajera, sino de un enfoque que combina la rentabilidad económica con el impacto positivo en el medioambiente y la sociedad. Pero ¿en qué consiste realmente la inversión sostenible?
Qué es la inversión sostenible
Hablar de sostenibilidad hoy día es sinónimo de los famosos criterios ESG (del inglés environmental, social and corporate governance). A las empresas no solo se les pide maximizar el valor para el accionista, sino, también, una suerte de responsabilidad para con la sociedad. Existen más de 50.000 índices que evalúan el cumplimiento de las compañías a este respecto. Cada vez más, figurar o no en dichos índices puede condicionar el desempeño económico y el cumplimiento de los objetivos estratégicos de las compañías.
La inversión sostenible consiste, por tanto, en invertir en compañías que siguen principios alineados con los criterios ESG. Ahora bien, ¿qué implican las siglas ESG?
– Criterios ambientales (E): incluyen factores como el cambio climático, la eficiencia energética, la gestión de residuos, la conservación de recursos naturales y la reducción de la huella de carbono.
– Criterios sociales (S): se refieren a las prácticas laborales, los derechos humanos, la salud y seguridad en el trabajo, la equidad de género y la diversidad, así como el impacto en las comunidades locales.
– Criterios de gobernanza (G): abarcan aspectos como la transparencia, la ética empresarial, la composición y diversidad del consejo de administración, la política de remuneraciones y la responsabilidad fiscal.
El primer índice ESG
Hay que remontarse nada menos que 34 años para rastrear el primer índice bursátil especializado en sostenibilidad. Hablamos del Domini 400 –hoy MSCI KLD 400 Social Index–, creado por la empresa de investigación de inversiones KLD. La empresa ya no existe, pero el índice sigue seleccionando desde 1990 400 compañías públicas de entre las 3.000 de mayor capitalización de Estados Unidos por criterios ESG. Tesla, Microsoft o Nvidia son algunas de sus integrantes actuales.
Al principio, la estrategia de selección del fondo descansaba en la exclusión de sectores como el alcohol, el tabaco o el armamento militar. El siguiente paso fue seleccionar aquellas empresas que destacaban por su desempeño medioambiental, la seguridad y la calidad del producto o el tratamiento de las mujeres y las minorías. Al ser el primero, tuvo que hacer un trabajo inmenso de investigación –sin internet– para completar su selección.
¿Cuánta inversión es sostenible?
Según la empresa de servicios financieros Morningstar, los activos de los fondos sostenibles mundiales ascendían a casi 3 billones de dólares a finales del primer trimestre. En este aspecto, Europa lleva la voz cantante, con el 84% del total de estos activos. Estados Unidos es el segundo mercado, con el 11% del total. Es un crecimiento, aunque modesto, respecto del último trimestre de 2023.
Según la Global Sustainable Investment Review 2022, en todo el mundo hay un total de 30,3 billones de dólares invertidos en activos sostenibles. En los mercados que no son Estados Unidos –Canadá, Europa, Japón, Australia y Nueva Zelanda– estos activos han crecido nada menos que un 20% desde 2020.
Las perspectivas son alentadoras. Según otro informe, esta vez de Morgan Stanley, el 77% de los gestores individuales dicen estar interesados en invertir en compañías o fondos que apuntan a conseguir resultados económicos teniendo en cuenta criterios ESG. Las evidencias científicas sobre el cambio climático y la rentabilidad de las inversiones sostenibles son dos de los principales incentivos.
¿Es rentable la inversión sostenible?
Contra lo que podríamos pensar, la inversión sostenible no implica sacrificar la rentabilidad. Diversos estudios han demostrado que las empresas con prácticas sólidas en ESG tienden a ser más resilientes y a ofrecer rendimientos comparables, si no superiores, a las empresas tradicionales. Estas empresas suelen tener una mejor gestión de riesgos, innovan más y están mejor preparadas para cumplir con las regulaciones futuras.
Según Morningstar, en el primer semestre de 2020, el 72% de los fondos sostenibles se posicionaron en la mitad superior de sus respectivas categorías en cuanto a rendimiento.
No todo el monte es orégano. El greenwashing —a veces traducido como ecopostureo– es una de las principales amenazas para la inversión sostenible. Ocurre cuando una empresa exagera o falsea su compromiso con la sostenibilidad. Esto puede engañar a los inversores y socavar la confianza en las inversiones sostenibles. Deutsche Bank y DWS dieron un ejemplo sonado en 2022, cuando las autoridades alemanas les acusaron de inflar sus credenciales ESG.
La falta de transparencia y datos fiables y la ausencia de estándares uniformes en materia de inversión sostenible son otros desafíos clave.
A pesar de todo, la inversión sostenible representa una oportunidad significativa para los inversores que buscan combinar la rentabilidad financiera con un impacto positivo en el mundo. A medida que aumenta la conciencia sobre los desafíos ambientales y sociales, y que las regulaciones se vuelven más estrictas, la inversión sostenible está bien posicionada para crecer y prosperar.